Momentos de espontaneidad
POR Bernardo García
Con una clase magistral y un enérgico concierto, la propuesta de latin-jazz de The Rodríguez Brothers Quintet inauguró el pasado 12 de marzo el ciclo NY Jazz All Stars , organizado por Cultura UDG y De Quinta Producciones, en sociedad con Jazz at Lincoln Center y Radar FIM. La sesión en el Teatro Diana inició con la interpretación del standard de jazz On Green Dolphin Street, en la que se observó una clara interacción entre cada uno de los músicos, por medio de miradas, guiños musicales y sonrisas.
Después se abrió el diálogo entre el pianista Robert Rodríguez y los asistentes. Robert, uno de los principales compositores de la agrupación, compartió la manera en la que utilizan ritmos afro-latinos como el guaguancó, chachachá, la bomba del chota y la cumbia como base para sus composiciones. La principal característica de este quinteto es la fusión de estos ritmos con el jazz, creando una experiencia menos bailable pero mucho más libre y dinámica, en la que la expresión, la espontaneidad y la energía son lo más importante a la hora de tocar.
El percusionista, Samuel Torres, y el baterista, Ludwig Afonso, también hablaron sobre su papel en la agrupación. Ellos, dijeron, ponen los cimientos de la música mientras juegan con el pulso y alteran la forma de sentir el tiempo. La batería en este caso toma el papel del timbalero, que se encuentra en una agrupación convencional de música afro-latina, para complementar a las congas.
Robert se encarga del comping (acompañamiento), el cual tiende a estar delante del pulso para crear una sensación de urgencia, además de colorear la armonía jugando con diferentes voicings. Estos elementos, sumados a las sólidas líneas de bajo que construye Zach Brown, crean la base perfecta para que Michael Rodríguez toque las melodías y los temas con su trompeta.
The Rodriguez Brothers Quintet cerró la noche con temas de su álbum Conversations (2007) y de su última producción Mood Swing (2010), con los que llenaron el foro con una guapachosidad cerebral y cálida al mismo tiempo.
En su presentación se notó el impecable control dinámico mientras turnaban solos; todos conscientes de las capacidades de cada instrumento, subían y bajaban de intensidad para que cada quién brillara.
La agrupación no permite que el ego se meta en su música, son un equipo y el resultado es mayor a la suma de las partes individuales. Robert mencionó que el secreto está en saber cuándo tocar y cuándo no tocar, hacer que la música fluya para que cada vez sea diferente y no sólo estar en el momento sino crear momentos; y esa noche, fue momento de todos los presentes.